Mermelada de ciruela roja

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El pasado mes de julio, pasamos unos días en La Guardia, o A Guarda, un municipio al suroeste de Galicia, en la provincia de Pontevedra. Dada su proximidad con Portugal, una de las tardes decidimos acercarnos a un pueblo llamado Vila Nova da Cerveira. No teníamos referencias, ni habíamos visto nada sobre él, la mayor de nuestras intenciones era pasar la frontera, dar un paseo y encontrar algún sitio donde degustar un buen bacalao. Era un sábado y, nada más bajarnos del coche, nos sorprendió, en primer lugar, encontrarnos con un gran mercadillo en cuyos puestos podías encontrar, alimentación, artesanía, textil, muebles…, y después, en la calle donde aparcamos, todos los árboles tenían su tronco cubierto con una cobertura de ganchillo, cada una tejida en distintos colores, y de sus ramas colgaban bolas, también hechas de ganchillo.

Cuando nos adentramos en el casco histórico descubrimos que todo estaba completamente «encrochetado», es decir todo estaba adornado con ganchillo. Maceteros, árboles, bancos, figuras, casas y tiendas en las que los adornos de ganchillo tenían relación a la actividad del comercio. Este tipo de adorno era consecuencia de un proyecto que llevaron a cabo,  por primera vez, en el año 2014 con el nombre de «El croché sale a la calle» y que realizaron durante los meses de verano. Al parecer este año 2016 decidieron volver a realizar una segunda muestra y, quiso la casualidad, que nosotros lo visitáramos justo el día de su inauguración.

Descubrimos un pueblo muy agradable, con sus calles estrechas adornadas, algunas casas nobles y con escudo, que le conceden un aspecto señorial, y un gran número de figuras de ciervos engalanados de croché. Dicha región fue colonia de ciervos y supongo que de ahí, tanta escultura de ciervo. Instalaciones nuevas y en general un aspecto cuidado del pueblo nos dejaron un buen sabor de boca.

Al margen de la imagen y la estética que conceden al pueblo esta muestra de «el croché sale a la calle», lo que nos pareció increíble es el trabajo, el interés, la buena predisposición y la coordinación de los habitantes de esta población, pues tras esos adornos, entiendo que hay muchas horas de trabajo.

Vila Nova da Cerveira, al parecer famoso por su prestigiada Bienal de Artes Plásticas, que se celebra desde 1978, es sin duda una ciudad interesada por el arte.

Aunque la intensidad del sol me hizo penar un poco para sacar fotos, os dejó unas pocas para que veáis lo llamativo que resulta:

PD.: Por si alguno se pregunta que que pasó con el bacalao que íbamos dispuestos a meternos entre pecho y espalda, solo deciros que no hubo tal, a cambio nos merendamos un bocata, que tuvimos que compartir, porque la cantidad de relleno y tamaño era considerable.

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Y vayamos ya con la receta, una nueva mermelada, para añadir a mis conservas. No había hecho mermelada de ciruelas rojas, hasta el año pasado. Como nos pareció deliciosa, este año repetimos. Las proporciones son las de siempre, sobre el peso de la fruta ya limpia y desechados los huesos, la mitad del peso del azúcar.

En esta ocasión, he utilizado panela (azúcar integral de caña ecológica). En cuanto a la cantidad obtenida, he rellenado 3 botes, de unos 400 ml. y 5 pequeños, de unos 75 ml.

Ingredientes:

2 Kg de ciruelas rojas

1 Kg de azúcar integral de caña

1 cucharadita de pectina (opcional)

Elaboración:

Lavar las ciruelas, y sin quitar la piel, cortar en trozos, eliminando el hueso.

Colocar en un recipiente grande o directamente en una olla grande, que puedas poner al fuego, así te evitarás lavar un cacharro más. Añadir el azúcar de caña y mezclar bien con la fruta. Puedes ponerle el zumo de un limón. Dejar macerar toda la noche.

A la mañana siguiente, triturar la fruta con la batidora. Si te gusta encontrar algún trozo de fruta en la mermelada, triturar ligeramente. Si, por el contrario, no te gusta encontrarte trozos de la fruta, tritura hasta que la fruta se convierta en un puré fino.

Pon al fuego, y si utilizas pectina, mézclala con un poco de azúcar y añádela a la olla cuando comience a hervir.

Dejar cocer a fuego suave, removiendo cada cierto tiempo para evitar que se pegue al fondo. Ten cuidado con las salpicaduras, no te quemes.

Retirar con una cuchara la espuma que se forma, para eliminar los restos de impurezas.

Cuando alcance una temperatura de unos 105º, retirar la olla del fuego. Si no tienes termómetro para medir la temperatura, coloca una cucharada sobre un plato, y guárdalo en el congelador. A los dos o tres minutos, saca y comprueba si tiene la textura que deseas. Si estuviese aún líquida, deja que cueza un rato más. Yo la he podido tener algo más de una hora, siempre me gusta hacerla a fuego suave.

Antes de embotar la mermelada, esteriliza los botes de cristal, poniéndolos a cocer en agua hirviendo durante unos 20 minutos. Sacar y dejar secar, sobre un paño limpio.

Rellenar los botes, con la mermelada caliente.  Colocar la tapa y enroscar bien. Dar la vuelta al tarro y dejar boca abajo unas 12 horas, para que hagan el vacío.

Una vez fría, ya está lista para su consumo o para guardar en nuestra despensa

 

 

 

 

 

 

 

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