Quiche de cebolla caramelizada

Esta tarta fue uno de los entrantes que serví en la comida de Navidad. Fue mi cuñada Carmen la que me pidió que la pusiese en el blog y yo, que soy muy obediente, pues cumplo sus órdenes.  Por defecto y, posiblemente por un sexto sentido que me hizo intuir que acabaría poniendo esta receta, aunque de inicio no tuviera intención, había fotografiado el paso a paso de casi todo el proceso, excepto el de la elaboración de la cebolla caramelizada, así que por petición familiar aquí os la dejo.

Si no te atreves a hacer la masa quebrada, puedes utilizar una de las compradas y la receta se simplifica considerablemente, aunque quiero hacer hincapié en que merece la pena hacer tú mism@ la masa, es mucho más sencillo de lo que parece y no requiere excesivo tiempo.

La cebolla caramelizada puedes prepararla con antelación (yo la preparé el día anterior) y dejarla guarda en el frigo. En esta ocasión le he añadido una cucharada sopera de azúcar moreno aunque, en realidad, la cebolla se carameliza sin necesidad de utilizar ningún tipo de azúcar, solo con dejar que se haga a fuego muy suave se conseguirá que los azúcares que se desprenden harán que ésta se caramelice por sí sola. Vosotros elegís si queréis o no utilizarla.

Ingredientes:

Para la masa quebrada:

250 gr de harina común o de repostería

125 gr de mantequilla

5 gr de sal (1 c/c)

10 gr de azúcar (2 c/c)

1 yema de huevo

50 gr de agua muy fría

Para el relleno:

4 cebollas

3 huevos

200 gr de leche evaporada

150 gr de queso gruyere

1 cucharada de azúcar

Sal

Orégano

Aceite

Elaboración:

Para la masa quebrada:

Para hacer esta masa, tengo por costumbre, colocar los 50 gr que lleva de agua, en el congelador. Como el agua se añade al final, mientras está en el congelador, voy preparando el resto de los ingredientes y comienzo con la elaboración hasta que llega el momento de añadirla, así consigo que esté lo más fría posible.

Tamizamos la harina, añadimos la sal y el azúcar.

Cortamos la mantequilla en taquitos pequeños y lo añadimos al bol donde está la harina. La mantequilla la sacamos del frigo justo en el momento que vamos a utilizarla.

Con la yema de los dedos vamos frotando la mantequilla con la harina hasta conseguir una mezcla con aspecto arenoso.

Sacamos el agua del congelador, añadimos a la yema de huevo, batimos ligeramente para mezclar y añadimos a la harina.

Amasamos para que se unan todos los ingredientes, intentando  hacerlo en el menos tiempo posible y sin pasarnos en el amasado, no queremos ni que la mantequilla se caliente, ni que se desarrolle el gluten.

En este momento, si notamos que la masa está demasiado blanda o pegajosa para estirar, formar una bola, cubrir con papel film y guardar en el frigorífico durante unos 30 minutos.

Si la masa no se ha calentado en exceso con el amasado, proceder a estirarla. Para ello, haz una bola y, colócala entre dos láminas de papel de horno, con un rodillo, vas estirándola desde el centro hasta los bordes hasta tener un grosor de unos 5 mm aproximadamente.

Para saber si  has estirado lo suficiente para cubrir el molde, coloca el molde sobre la masa y comprueba que haya masa suficiente para que llegue a cubrir los laterales.

Retira la lámina de arriba de papel de horno y procede a forrar el molde con ella. Para pasar la masa al molde puedes ayudarte del rodillo, enharinándolo y enrollando la masa en él, colócala sobre el molde y ve desenrollándola, o bien, lleva la masa con la lámina de papel que te queda, ponla sobre el molde y, con cuidado, dale la vuelta, dejando el papel arriba y retíralo.

Ajusta la masa sobre el molde, pegándola toda alrededor del fondo del molde, pero sin estirar de la masa.

Pasa el rodillo por encima del borde del molde y la masa sobrante se desprenderá con facilidad

Coloca de nuevo la lámina de papel de horno sobre la masa, rellena con legumbres toda la tarta y cuécela en horno, previamente calentado a 200º, durante diez minutos.

Retira la lámina de papel con las legumbres y continúa la cocción de la masa diez minutos más.

Saca del horno y reserva, mientras preparas el relleno.

Para que la masa permanezca crujiente y no se humedezca con el relleno, en caliente y recién sacada del horno, pincélala por encima con clara de huevo.

Relleno:

Pela y corta las cebollas en tiras.

Cubre el fondo de una sartén con aceite, calienta y añade las cebollas. Deja pochar las cebollas a fuego muy suave, removiendo de vez en cuando para que se vayan dorando por todas partes. Yo la puedo llegar a tener unos 45 minutos (placa inducción al 5 sobre un máximo de 9). Cuando está bien dorada, añadir una cucharada de azúcar moreno y dejar cocer unos 10 minutos más. Reservar.

Separar las yemas y las claras de los huevos.

Batir las yemas con la leche evaporada. Añadir la sal, el orégano, la cebolla y el queso. Reserva una pequeña cantidad del queso para espolvorear sobre la tarta.

Montar una de las claras a punto de nieve con una pizca de sal.

Echar la mezcla sobre la masa y cubrir con la clara montada.

Espolvorear con el queso reservado y meter al horno.

Hornear a una temperatura de 200º durante unos 20/25 minutos aproximadamente.

Sacar del horno. y servir.

Notas:

En este tipo de tartas, suelo utilizar queso emmental para añadir a la mezcla de huevos y para espolvorear por encima, porque me gusta que se funda y que se dore toda la superficie, en esta ocasión el queso era un gruyere rallado, por un error en la lista de la compra.

En lugar de separar yemas y claras, puedes utilizar dos huevos enteros para añadir a la mezcla de leche y cebolla y eliminar el paso de montar la clara de huevo y espolvorea el queso directamente sobre la mezcla.

Si el molde que utilizas no es desmontable, para desmoldar la quiche, conviene engrasar la base y colocar dos tiras anchas de papel de horno en forma de cruz, dejando que sobresalgan del borde. Una vez que está horneado y haya enfriado un poco, tirar de las tiras hacia arriba para sacar la tarta del molde.