Pan con cebolla seca y confitada

Llevo días retrasando ésta publicación y es que hay en mí un sentimiento de negación, que no me deja escribir algo que no manifieste el mal humor y la negatividad que me invade. Lo voy dejando y lo voy dejando, porque bastante tenemos con la que está cayendo, para que venga yo con mis miserias. Aunque siendo realista, ¿cuantos van a entrar en esta publicación y leerme?, no muchos, la verdad.

Sin embargo, tengo la sensación de que si dejo pasar el tiempo, en busca de un momento mejor, acabaré por abandonar el blog, así que, tiro para adelante y lo hago, para no estancarme.

Me pregunto con frecuencia si seguir con el blog tiene sentido, es un modelo en decadencia. Por mucho que lo quiera negar, me desmotiva bastante la baja repercusión de mis fotos y publicaciones en la redes sociales y aunque lo haga por hobby y no necesite estar en el candelero,  es muy difícil no dejarse arrastrar por la presión mediática de estos medios. Cada publicación me lleva un trabajo y un esfuerzo importante, el cual hago con ilusión y entusiasmo, pero al final supongo que a todos nos gustan que nos lo reconozcan y, cuando pasas desapercibido, inevitablemente te ta el bajonazo. 

Sé que si dejase el blog, seguiría cocinando, probando y experimentando recetas, pero no tengo tan claro que siguiese con la fotografía gastronómica. El blog me introdujo en ella y, aunque sin duda tengo mucho por mejorar y aprender, me siento satisfecha con mis progresos, y ahora mismo es el principal motivo por el que no me gustaría rendirme.

Podría continuar, pero mejor lo dejo ahí, que como entrada es suficiente. Intentaremos abandonar el lado oscuro para las próximas publicaciones.

Ahora vamos con la receta, de la que no tengo mucho que añadir, más allá de las indicaciones de la elaboración, es un pan que a mí me gusta mucho y, aunque lo tomo sin problemas con las tostadas de la mañana, es un pan que me parece estupendo para acompañar quesos y fiambres.

Metamos las manos en la masa,

Ingredientes:

500 gr de harina panadera

375 gr de agua

200 gr de masa madre activa

50 gr de cebolla seca

150 gr de cebolla fresca (quedará unos 50 gr aproximadamente una vez confitada)

Elaboración:

Antes de preparar la masa, hay que confitar la cebolla. Para ello, pelar y cortar en láminas la cebolla. 

Cubrir  bien el fondo de una sartén con aceite y poner el fuego a temperatura medio alta. Añadir la cebolla y mantener durante unos minutos a esa temperatura, añadir sal y bajar a fuego suave. Dejar que la cebolla se vaya dorando poco a poco, removiendo de vez en cuando. Cuando ya esté bien dorada, retirar del fuego y escurrir el aceite.  Reservar.

Colocar la harina, agua y masa madre en un bol y mezclar hasta unir los ingredientes y no se vea harina seca.

Dejar reposar la mezcla (autólisis), cubriendo el recipiente con film o con un gorro de plástico, unos 20 o 30 minutos.

Añadir la sal, mezclar con una rasqueta y amasar , con intervalos de amasado y reposo, amasa 1 o 2 minutos, descansa 10. Con dos o tres veces que se haga esto, la masa habrá desarrollado el gluten y tendrá un aspecto liso. Es el momento de añadir las cebollas.

Extender ligeramente la masa sobre la encimera y comenzar a repartir encima de la masa una parte de la cebolla seca y otra parte de cebolla confitada. Apretar suavemente para que se mezclen con la masa.  Cortar la masa por la mitad con la rasqueta y colocar un trozo sobre otro, procurando que la parte que quede arriba, esté sin cebolla. Volver a repartir los dos tipos de cebolla sobre la masa. Repetir estos pasos hasta terminar con la cebolla. De esta manera la cebolla quedará repartida por toda la masa.

Amasar unos segundos más para unificar la masa con la cebolla. Hacerlo con mucha suavidad para que la masa no se rasgue . Formar una bola.

Engrasar ligeramente con aceite  un recipiente e introducir la masa en él. Dejar fermentar alrededor de dos horas, realizando dos o tres pliegues en ese tiempo.  Puedes retardar la fermentación en nevera, para ello dejar una hora fuera y después llevar al frigorífico hasta el día siguiente.

Una vez finalizada la fermentación, espolvorear la encimera con un poco de harina y volcar la masa sobre ella. Preformar haciendo una bola y dejar reposar unos 20 minutos, cubierta con un paño.

Formar la masa con la forma deseada, en batard o en redondo y depositar  en el baneton o cesta, ligeramente enharinado. Dejar fermentar entre 1 hora u hora y media, dependiendo de la temperatura ambiente. Esta segunda fermentación también se puede retardar en nevera.

Precalentar el horno a 250º C antes de que la segunda fermentación finalice. Hacerlo al menos media hora antes de introducir el pan, aunque dependerá de lo que tu horno tarde en coger la temperatura. Si tu horno no es de vapor, colocar una bandeja en la parte superior de tu horno al encenderlo, y si  tienes piedras volcánicas, ponlas en la bandeja, para que estén calientes cuando vayamos a introducir nuestro pan.

Finalizada la segunda fermentación, volcar el pan sobre papel de horno y greñar. Introducir en el horno  en la parte inferior y verter agua caliente sobre la bandeja que habíamos colocado. Hornear con calor solo de abajo, si te es posible, sino  con calor arriba y abajo, durante 15 minutos.

Pasado este tiempo, retirar la bandeja que habíamos introducido para verter el agua. Bajar la temperatura a unos 210º y seguir horneando uno 25 minutos más. Poner el aire en los últimos 10 minutos. Si el pan se dorase demasiado, bajar progresivamente la temperatura. Si por el contrario, no estuviese dorado dejar algo más de tiempo (en esto hay que ver como responde cada horno)

Apagar el horno, dejar la puerta ligeramente abierta y dejar el pan unos 10 minutos dentro.

Sacar, colocar en una rejilla y dejar hasta que enfríe completamente.

¡Listo para comer!

 

2 comentarios

  1. He leido tus comentarios de esta publicación y coincido plenamente contigo, creo que haces unas recetas increíbles y tus fotografías son preciosas, y también me he preguntado porque no tienes más seguidores. Pero te ánimo a seguir te has de sentir muy muy orgullosa de tu trabajo.
    Yo sigo con mis pequeños aciertos y grandes fracasos con el pan. A veces también me entran ganas de dejarlo todo. Pero venga, ÁNIMO

    • Hola Liliana:
      Mis momentos bajos también afectan a este pequeño espacio, pero intentaré no abandonarlo, aunque ya ves que estoy relajándome demasiado.
      Gracias por tu apoyo y ánimo, te agradezco de corazón tus palabra.

      Un abrazo enorme

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