25 de abril, día de San Marcos. De nuevo los recuerdos me trasladan a la infancia, y a todos aquellos 25 de abriles, que he celebrado, saliendo a merendar a las eras de San Marcos o a los molinos. En mi pueblo, y en otras localidades manchegas, es típico este día, salir de merienda al campo y tomar «el hornazo».
La tradición de tomar el hornazo y salir al campo, viene de los agricultores, cuando salían a la siembra. Este día, realizaban el rito de espantar al diablo, rezando un Padrenuestro, para que las heladas, tormentas o plagas no arruinarán sus cosechas.
Existen distintos tipos de hornazo y rellenos y dependiendo de la zona pueden ser dulces o salados, pero el que yo he conocido siempre es el que se realizaba para celebrar el día de San Marcos y se trata de un bollo dulce espolvoreado de azúcar y adornado con uno o varios huevos duros. Es un bollo típico de la primavera y, dependiendo de la región, se utiliza en distintos festejos que van desde antes de la Cuaresma, hasta después de la Pascua. La tradición de adornarlos con huevos viene del pasado y de la necesidad de consumir el exceso de huevos que las gallinas ponían y que no se podían tomar durante la Cuaresma, ya que eran considerados carne.
No he podido investigar mucho sobre la forma de elaborarlo y creo que difiere bastante de una región a otra. He visto algún blog donde figuraba y que me ha servido como referencia para elaborar mi receta. Si es la correcta o no, no puedo saberlo, así que si algún experto en la materia me lee, le invito a que me deje sus consejos. Ha quedado muy tierno y en mi casa dicen que está muy bueno. Para mí también ha pasado la prueba con satisfacción y de sabor creo que se aproxima bastante a mi recuerdo.
Una pena que no podamos salir a tomarlo al campo, como cuando era pequeña.
Ingredientes:
Prefermento:
75 gr de harina de fuera
75 gr de agua
0.8 gr de levadura de panaderia seca
Masa final:
Todo el prefermento
650 gr de harina panadera
50 gr de agua
50 gr de leche
75 gr de zumo de naraja (el zumo de 1)
100 gr de aceite
125 gr de azúcar glass
3 huevos M
2 c/c de semillas de anís (matalauva)
Ralladura de un limón
10 gr de sal
5 gr. de levadura seca de panadería
Para adornar:
4 huevos cocidos
1 huevo batido para pintar
Azúcar normal y perlado
Elaboración:
Comenzamos preparando el prefermento la noche anterior. Mezclamos harina, agua y levadora. Dejamos a temperatura ambiente hasta que veamos que empieza a tener actividad, unas dos horas aproximadamente. Guardamos en la nevera y la dejamos hasta la mañana siguiente que realizaremos la masa.
Al día siguiente, ponemos el aceite con las semillas de anís a calentar. Mantenemos al fuego hasta que el aceite esté bien caliente y notemos que las semillas desprenden olor. Apagamos el fuego y dejamos enfriar con las semillas dentro. Una vez frío, colamos el aceite y reservamos las semillas.
Con unas varillas, batimos los huevos con el azúcar, hasta que la mezcla esté bien espumosa.
Vamos añadiendo la ralladura de limón, el agua, la leche, el zumo de naranja, el azúcar y el aceite, de uno en uno, y batiendo hasta que se integre a la mezcla.
Añadir la sal y la harina y mezclar bien con una rasqueta. Reservar unos 100 gr de harina, que iremos añadiendo poco a poco, dependiendo del grado de absorción que tenga la harina. Es una mezcla pegajosa debido a la acción del azúcar y de los huevos, y necesitará un buen rato de amasado. En esta ocasión he ido a lo cómodo, para aprovechar el tiempo, y he utilizado amasadora. Si se hace a mano, alternar amasados y descansos.
Amasar durante unos 15 minutos a velocidad 2. Durante este proceso observar la textura de la masa y si es necesario ir añadiendo el resto de la harina en dos o tres veces.
Dejar descansar la masa 10-15 minutos tapada.
Añadir la levadura y una cucharadita de las semillas que infusionamos con el aceite y seguir amasando unos 5-7 minutos más.
Sacar la masa del cuenco de la amasadora y terminar con unas cuantos toques de amasado francés a mano (esto no es que sea necesario, pero me gusta siempre hacerlo, porque me parece que la apariencia de la masa mejora.)
Enaceitar un bol con un poco de aceite y colocar la masa dentro.
Hacer un primer plegado a la hora, un segundo plegado a las dos hora y voltear la masa. Dejar fermentar. El tiempo de esta fermentación rondará las tres horas.
Dividir la masa en tantas porciones como hornazos se deseen hacer. Yo la he dividido para tres hornazos. La masa final tenía un peso aproximado de 1365 g. He hecho 2 bolas de un peso algo menor de 350 gr y otra bola de unos 600 gr. Para las tiras he separado otra bola de unos 75 gr. aproximadamente.
Bolear cada porción, y dejar reposar unos diez minutos sobre una zona enharinada y tapar con un paño.
Con la bola de 75 gr, enrollar sobre si misma y estirarla haciéndola rodar sobre la encimera, para conseguir una tira larga. Cortar en 8 porciones y reservar.
Bolear de nuevo cada bola para crear tensión y aplanar con un rodillo, sin ejercer demasiada presión, dejándola de un grosor aproximado de un dedo. Las dos bolas para los hornazos de un huevo tenían una media de unos 20 cm aproximadamente . La bola grande la he estirado hasta alcanzar unos 28 cm.
Aplastar la masa en el centro, para los hornazos pequeños y colocar un huevo en cada un de ellos. Colocar dos tiras sobre cada huevo en forma de cruz.
Para el hornazo grande, hacer dos hendiduras a cada lado y colocar los otros dos huevos. Cubrir cada huevo con otraso dos tiras cada uno.
Con una brocha de silicona, pintar toda la superficie con el huevo batido.
Dejar fermentar, cubierto con film o plástico, durante otras tres horas. Este tiempo de fermentación, puede variar, dependiendo principalmente de la temperatura ambiente
Cuando veamos que la masa está bastante hinchada, encender el horno a unos 180º
Antes de hornear, pintar de nuevo con el huevo batido y espolvorear la masa con una buena cantidad de azúcar (en los pequeños he añadido además azúcar granulado)
Meter los hornazos en el horno, en dos tandas, bajar a 170º y hornear alrededor de unos 20 minutos.
Sacar del horno y dejar enfriar sobre una rejilla.
Este tipo de bollería no se mantiene tierno mucho tiempo, así que es mejor consumirlo lo antes posible.
Para conservar, una vez frío, guardar si es posible en una caja de cartón, o en cajas metálicas de las de galletas.