Esta receta se la debo a mi querida Amalia, para más información, mi suegra, que fue quien me la facilitó. Es un plato que preparaban en un bar de Alcázar, hace ya muuuucho tiempo. El bar dejó de existir hace ya años, creo que se llamaba Sol y Sombra. Según me cuenta, no le fue fácil conseguir que la cocinera se la diese, pero con insistencia acabo cediendo la pobre señora. No sé si la cocinera seguirá viviendo, y no la conocí personalmente, para poder pedir los permisos de publicación en este magnífico e imponderable blog que regento (espero que se entienda la ironía), pero me tomo la libertad de hacerlo, porque creo que la receta merece la pena ser publicada.
Hay que decir que no somos muy de conejo en mi casa, como diría mi sr. marido: tiene muchas raspas, pero hay que reconocer que las salsas que deja este bien preciado animalillo en los guisos, quedan estupendas.
Creo que estos platos de toda la vida, merecen la pena ser conservados. Son sencillos, no tienen más complicación que la de dejarse hacer despacito al amor del fuego, aunque esto es un decir, ya que ahora con las vitros e inducciones, lo del fuego es una expresión y poco más. Un buen pan, un buen vino y una buena siesta y dile adiós al estrés. Vale, y si te es imposible tomarlo con este acompañamiento, al menos te servirá para comer dignamente.
Ingredientes:
1 conejo troceado
1 cebolla grande
4 dientes de ajo
1 cucharada de harina blanca
1 cucharadita rasa de pimentón
ralladura de nuez moscada
tomillo
1 vaso pequeño de vino blanco
Aceite
Sal
Cayena
Agua
Preparación:
Se sofríe el conejo ligeramente. Incluir también el higadito. Reservar en un plato o fuente.
Sobre el aceite del sofrito se pone la cebolla y los ajos muy picaditos. Se deja dorar a fuego lento para que no se quemen. Cuando esté bien pochado, añadir la harina y dorar durante unos minutos.
Añadir el pimentón, la ralladura de nuez moscada, el tomillo y la cayena. Dar unas vueltas todo junto y verter el vino blanco.
Machacar el higadito y añadir a la sartén.
Cubrir con agua y dejar que cueza lentamente, hasta que quede el caldo reduzca y quede una salsa un poquito espesa
Notas:
Por si alguien se entretiene en ver las fotos del paso a paso, solo aclarar que en esta ocasión no tenía vino blanco, y le puse coñac. Y por si a alguien se le ocurre buscar una cayena del tamaño de la que se ve en la foto, aclarar también que solo utilicé un trozo de ésta.
No, desgraciadamente ya hace varios años que falleció mi tía Pilar (q.e.p.d), que tan buena cocinera (y dueña) de ese bar llamado Sol y Sombra. Muy famosa su cocina por sus caracoles, calamares y el conejo a la portuguesa.
Yo no llegué a tiempo de probar su cocina, pero gente cercana a mí, han alabado y ponderado sus magníficos platos.
Espero que a vosotros, los familiares, no os moleste que me haya tomado la libertad de incluirla en este blog. Muchísimas gracias por tu comentario